ESTABA MI ENEMIGA EN SU VENTANA
Estaba mi enemiga en su ventana
como suele estar el enemigo,
mostrando en el mirar tan poco amigo
desdén amoroso de una sombra vana.
Con el rubor del sol en la mañana
que en sus purpúreas sienes se desliga,
iba formando en aire el pecho altivo
que algún ardiente amor en mí se inflama.
Pasé callado al paso del suspiro
por donde vivo mal, donde respiro,
y en un mezquino soneto triste escribo.
Así de noche me llevaron preso,
que siempre en estos casos se usa esto,
aunque sea el amor menos avariento.